Domingo Inolvidable en Amberes

 ¡Qué hermoso reencuentro, Daisy! En este texto intento capturar la emoción, la nostalgia y la alegría de ese domingo tan especial en Amberes:



Un domingo inolvidable en Amberes

Después de medio siglo, la vida nos regaló un momento mágico: reencontrarnos en la ciudad donde todo comenzó. Amberes, testigo silencioso de nuestras risas infantiles, volvió a abrazarnos con la misma calidez de antaño. Daisy, mi querida amiga de la infancia, y yo, Carolina, volvimos a caminar juntas por sus calles, esta vez con la sabiduría de los años y el corazón lleno de recuerdos.



La emoción nos desbordó desde el primer abrazo. Fue como si el tiempo se hubiera detenido, como si aquellas charlas en el patio de la escuela siguieran resonando en nuestras voces. Ronny, con su sonrisa amable, se sumó a la celebración de este reencuentro que fue tan suyo como nuestro. Marianne, mi amiga Suiza nos acompaño en este encuentro. Compartimos historias, brindamos con cerveza belga —¡muchas cervezas! — y reímos como si nunca hubiéramos dejado de hacerlo.



Fue un día de memorias vivas, de miradas cómplices, de promesas de seguir en contacto. Un domingo que quedará grabado en nuestras almas como un regalo de la vida. Gracias, Daisy y Ronny, por hacerlo tan especial. Y gracias a Raúl, que desde la distancia también fue parte de esta alegría. Gracias a Marianne por decidir acompañarme.



Amberes nos vio crecer, y ahora nos ve celebrar la amistad que ni el tiempo ni la distancia pudieron borrar





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