FOTOGRAFIA "Instantes que no vuelven"

 

“Instantes que no vuelven”

 Cambio de pose, otra mirada, el espacio, la luz...

Hay algo en mí más fuerte que yo misma. Un impulso casi visceral a capturar el momento justo antes de que se escape. Lo que me mueve es eso: saber que hay escenas, gestos, luces y personas que tal vez no vuelvan a repetirse jamás.

Con el tiempo entendí que la vida no es una secuencia continua, sino una suma de instantes únicos. Y que la fotografía —mi forma de mirar, de estar, de vivir— es la herramienta que tengo para conservarlos.

Esa imagen que hoy parece simple mañana puede volverse tesoro. A veces miro fotos de momentos cotidianos, y me doy cuenta de cuánto valor tenían, aunque en el instante no lo supiera. Porque tal vez las personas que aparecen ya no están. Porque ese día, esa luz, esa emoción… no volverán.

Entonces, disparo. No por perfección técnica, sino por urgencia del alma. Porque congelar un instante es, también, abrazarlo para siempre.

“Mi mirada en movimiento”

 

Mi historia con la fotografía empezó con un clic afortunado en la plaza de Antwerpen, Bélgica; cuando mi padre me prestó su cámara para fotografiar a los reyes. “En el momento y lugar adecuado”, dijo él. Esa frase, sin saberlo, quedo grabada en mí y se está volviendo una filosofía de vida.

 

Durante mi adolescencia, trabajé en una casa de fotografía, y descubrí el oficio desde adentro: revelar, enmarcar, observar. Mis padres me regalaron mi primera cámara: una Canon acuática, resistente como las ganas de actividades de aventura que ya empezaban a habitar en mí.  Muchos años más tarde, la pata de un caballo la dejó inactiva, pero todavía la conservo, como un tesoro mudo que atesora historias.

 

Siempre usé la fotografía como registro de lo vivido: caminatas, travesías, momentos simples que merecían detenerse. En 2024, mi deseo de aprender más me llevó a inscribirme en una escuela de cine. Ese año reconecté con el lenguaje visual desde otro lugar, más técnico, más narrativo, más consciente.

 

Hoy, la cámara sigue siendo extensión de mi cuerpo, mi forma de moverme con los ojos. Cada foto es una pausa. Un “estoy aquí”. Un “esto es lo que veo”. Y una invitación a que vos también te muevas y te encuentres.