Suiza : entre los Alpes y el chocolate - la magia de ascender el Mont Blanc



 LIBRO      PASION Y AVENTURA  P&A

 memorias y presente de una aventurera     

                    "No viajamos para escapar de la vida, sino para que la vida no se nos escape" 

"Ahí estaba llegando, me sentía afortunada de estar en ese pequeño y maravilloso pueblo Lauterbrunnen. Baje del tren, llevaba poco equipaje. Mis pasos eran lentos, mis miradas iban descubriendo esa maravilla de lugar.
La gran mayoría de las casas alpinas eran de tres pisos y de madera, con fachadas rusticas de paredes rusticas, hermosamente decoradas y muy antiguas. Los balcones estaban colmados con flores de colores, principalmente en rojo.
Su identidad estaba plasmada en las exquisitas construcciones, en los delicados trabajos a mano y en su decoración. 
Una virtud de convertir algo común en una cosa preciada. había encanto, armonía, algo que es muy agradable en resguardo de la cultura.
Luego que cruce un largo puente llegue a Stocki, como llaman a esta zona mas rural de este pequeño y encantador. Mis oídos sentían el rentintinear de las campanillas colgadas alrededor del cuello de las vacas. Se veían tranquilas a las orillas de los caminos, sin dejar de rumear con rítmicos movimientos.
Todos mis sentidos estaban ahí presentes en el “aquí y ahora”, como en un estado meditativo iban abriéndose a ese nuevo mundo.
Estaba fascinada con la magia del Valle en perfecta forma de “U” de Lauterbrunnen, profundo iba hasta el final donde termina el camino y solo hay montañas. Podría describirlo como la comarca Tolkien, con las altas montañas de los Alpes Suizos: Eiger, famoso por ser escalado por su cara norte de gran dificultad, Monch, y la espectacular Jungfrau, a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar. A esta última, se podía llegar en el original tren cremallera, la estación más alta de Europa, a 3.454 m.s.n.m., desde donde se puede ver el desierto helado más largo de los Alpes, llamado glaciar Aletsch."


Mont Blanc

"Estaba firmemente decidida a olvidar mi reciente dolor al perder a mi madre. Una mañana de domingo me levanté temprano. Había descansado muy bien. Cerré la ventana de mi cuarto, que dejaba abierta a la noche para dormirme escuchando el arroyo del Luchinen, acomodé el plumón que me cubría del frío cada noche, busqué mis zapatillas de trote, y, después de ponérmelas, me até los cordones. Cerré la puerta de entrada de mi casa detrás de mí.
De pronto sentí la frescura de la mañana en mi rostro. Comencé a trotar suavemente durante 15 minutos. Iba rumbo a Schtehelberg, el pueblito más cercano a Lauterbrunnen cerca de las montañas afiladas y nubes que parecían pulidas. Era el camino que habíamos hecho los días anteriores, para ir a Silberhornhutte, con las callecitas prolijamente asfaltadas y algunos tramos de ripio.
Me detuve para estirar mis músculos. Al bajar mi torso, un gran rollito me interceptó y no me permitió llegar a apoyar mi torso en mis cuádriceps. No le presté atención y continúe corriendo haciendo un trote normal, sentí que la panza me pesaba. Me costó pero tuve que asumirlo que había engordado unos cuantos kilos desde mi llegada a este hermoso pueblo.
Tal vez, producto de la ansiedad porque comenzaba a extrañar, o el cambio de costumbres, o simplemente el impacto emocional que había sufrido al perder a mi madre viviendo todavía el duelo.
No lo sé, pero mi panza se había abultado y no estaba embarazada. Sí es cierto que cenábamos a las siete de la tarde. Cada noche me comía un Toblerone, que es una marca de chocolate suizo fundada en 1908 por Teodor Tobler. Saboreaba ese chocolate combinado con leche, almendras y miel en forma de triángulo, mientras leía un libro y escuchaba música. Muchas veces, sin poder parar, seguía con el segundo triangulito de Toblerone o tercer Toblerone y así sucesivamente sin poder parar. Es cierto que los días de esta nueva vida era tranquila y sin preocupaciones.
Me empecé a preocupar. A pesar de ir en bicicleta los seis días de la semana, haciendo trece kilómetros de ida y trece de vuelta, el ejercicio no se evidenciaba en mi cuerpo. Uno de esos días cuando regresé de mi trabajo, me miré al espejo y me encontré con una cara redonda como una luna llena. Debía hacer algo, me estaba comenzando a acomplejar. No podía seguir así, había llegado el momento de hacer algunos cambios necesarios.
Correr, era una buena opción, algo positivo que me causaba satisfacción inmediata. Poco a poco fui saliendo con más frecuencia a trotar. Estaba fascinada con la belleza del verde de los campos y las imponentes montañas que me rodeaban, con esas hermosas cascadas y los glaciares colgando, más arriba en el límite de la línea de la nieve. Con este entorno se me hacía fácil salir a trotar.
Cuando podían Alois y Paul, me pasaban a buscar para hacer algún trekking cercano, como por ejemplo a Wengen, un encantador pueblito sin calles para vehículos, situado en la ladera de la montaña de Lauterbrunnen. De esta manera en el transcurso de mi estadía fui conociendo la infinidad de senderos que se entrecruzan por esas montañas en la Región de Oberland La mamá de Marianne, Gretty, tenía un Matratzenanlager al lado de su casa, que era una especie de Youth Hostel, donde se acostumbraba a quedar gente para alojarse por uno o varios días. El lugar tenía una gran cocina adonde se preparaba la comida y unas duchas con baño. Todo compartido, al igual que las cuchetas para poder dormir. Me había hecho recordar a los refugios de Bariloche.
En uno de esos días que regresaba de mis salidas a hacer ejercicios, vi que había un muchacho rubio, de rostro agradable sentado en la entrada. Después de unos días de haberlo cruzado, nos pusimos a charlar. Su nombre era Philip y era francés, había venido a quedarse unos días a la región de las montañas más alta de Berna.
Siempre se tomaba unos días de descanso para escaparse de la ciudad de Toulousse a hacer trekking, venía todos los años. Ya se conocían con Gretty. Estábamos conversando y apenas supo de mi pasión por la montaña me dijo:
- ¿Quieres ir a escalar al Mont Blanc que tiene 4.810 metros sobre el nivel del mar?- Mientras, ahueco su cabello con la punta de sus dedos y continúo- Es, tal vez, la cumbre más codiciada de Europa. Estarás libre, supongo.
Pensé que era un reto exigente y requería una preparación previa. No solo eso, sino que también necesitaba el equipo de escalada. Pero con solo pensar en experimentar nuevamente sensaciones intensas con adrenalina en la montaña, me sentía motivada. "  
"Nuevamente me invadió la inspiración para aventurarme y hacer el próximo trekking en la montaña. Como siempre me sentía fuertemente atraída por ella y su entorno, aunque ir a la montaña simboliza la  autosuperación, perseverancia y trabajo muy duro. . Esa noche no pude dormir.  Comencé a sentir el desvelo de los osados que no pueden vivir sin metas de ascender metros y metros sobre nivel del mar. Pronto, sin saberlo, estaría encauzando mi tiempo y mi vida hacia los pies de mi  nuevo desafío, El Mont Blanc. Sueño de  cientos de alpinistas de Europa y todos los rincones del mundo que van a probarse, atraídos por su magnetismo y su fama."

Extractos del capitulo Suiza: entre los Alpes y el chocolate - La magia de ascender el Mont Blanc del  Libro Pasion &Aventura.-


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